Las momias de Guanajuato

El culto a los ancestros o culto a los antepasados es una práctica  común a varias religiones basada en la creencia de que los miembros de la familia que han muerto tienen una nueva existencia, se interesan por los asuntos del mundo y poseen la habilidad de influir en la suerte de los vivos.

Todas las culturas le dan un significado ritual a la muerte de los seres queridos. La meta del culto es asegurar el bienestar en la nueva existencia de los ancestros y su buena disposición hacia los vivos y, a veces, pedir algún tipo de favor o ayuda.

En la actualidad y desde la época védica, los hindúes realizan ceremonias rituales Sraddhá, donde ofrecen oblaciones, en forma de pasteles de trigo o arroz, a sus antepasados.

El  O-Bon o simplemente Bon, es una festividad japonesa de tradición semireligiosa que honra a los espíritus de sus antepasados.

En los países de origen británico se celebraba una fiesta de otoño llamada Samhain celta que dio origen al Halloween en Estados Unidos y Canadá.

Cuando llegaron a América los españoles en el siglo XVI trajeron sus propias celebraciones del Día de Muertos cristianas y europeas. Al convertir a los nativos del nuevo mundo se produjo una mezcla entre las tradiciones europeas y prehispánicas, haciendo coincidir las festividades católicas del Día de todos los Santos y Todas las Almas con el festival similar mesoamericano, creando el actual Día de Muertos.

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Pero el culto mexicano a la muerte tiene una de sus máximas expresiones en una rareza científica: el museo de las momias de Guanajuato. Una exposición de 111 momias que por las características del suelo y el aire en el que han sido enterradas, el Panteón de Santa Paula, han hecho que la piel, cabello y huesos de las momias no se pudran. 

El número de visitantes a este tétrico museo se incrementó considerablemente después de que fueran mostradas en la película «El Santo contra las momias de Guanajuato» en 1970.

Cada cadáver tiene una historia. Asesinos ajusticiados, mujeres enterradas vivas cuyas manos están agarrotadas cubriéndose el rostro, bebés vestidos como ángeles, supuestas mujeres embarazadas que son sencillamente gordas y todo tipo de historias que se suceden entre sus tétricas vitrinas. La más famosa de todas es una madre con su hijo, un bebé del que dicen es la momia más pequeña del mundo.

Se cuenta que en 1830 una terrible epidemia de peste asoló a Guanajuato, causando una gran mortandad. El temor a que se propagara era tal que los cuerpos eran inhumados nada más declararlos como declaraban muertos, lo que pudo ocasionar que en algunos casos se les diera sepultura cuando en realidad todavía no habían expirado, de modo que al volver de aquel estado cataléptico, ya en la tumba, morían finalmente por desesperación, por angustia y por asfixia. De ahí la mueca de dolor que hay en algunas momias.

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