Todos, hasta la más dulce abuelita, escondemos un yo malvado. Si alguien ha sabido estudiar y sacar a la luz nuestra faceta más perversa, ese es Philip Zimbardo. El gran psicólogo neoyorquino saltó a la fama en 1971 con su experimento de la prisión de Stanford, donde recluyó a un puñado de estudiantes universitarios de clase media a quienes asignó roles de carcelero o de prisionero.
En pocos días mostraron comportamientos extremos: abusivos y violentos, los guardias; profundas crisis emocionales, los prisioneros. El experimento se le fue de las manos y tuvo que abandonarlo en solo seis días, ocho antes de lo previsto.
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«La verdadera ignorancia no es la ausencia de conocimientos, sino el hecho de negarse a adquirirlos»
Karl Popper