“El 26 de abril de 1986 a la 1:23 AM se produjo una explosión en el reactor número 4 de la central nuclear de Chernobyl en Ucrania, que permitió la salida de nubes radiactivas durante 10 días. La gente de Chernobyl estuvo expuesta a una radiactividad 100 veces mayor a la que hubo en Hiroshima y el norte de Europa a nubes de material radiactivo que fueron arrastradas por el viento. A día de hoy continúan naciendo bebés sin brazos, sin ojos o con alguna extremidad deformada. Se estima que más de 15 millones de personas han sido, de manera directa o indirecta, víctimas del desastre. Más de 600.000 personas se vieron involucradas en la limpieza, muchos de los cuales ahora están muertos o enfermos”.
El relato con el que comenzamos este artículo parece sacado de la sinopsis de una película de ciencia ficción, pero por desgracia, no es así.
Hoy se cumplen 30 años del desastre nuclear mas grave de la historia. Hoy se cumplen 30 años del desastre en la central nuclear de Chernobyl, una ciudad de unos 43000 habitantes, perteneciente a Ucrania, por aquel entonces una de las Repúblicas de la URSS, ubicada cerca de la frontera con Bielorrusia y a siete km de la central nuclear del mismo nombre.
Junto a Chernobyl se encontraba Pripyat, un distrito nuevo de la ciudad, que había sido construido para alojar a los trabajadores de la central. Pripyat era una ciudad Soviética ejemplar, en la que se tenía previsto inaugurar un parque de atracciones para los trabajadores y sus familias.
Por desgracia, al ser Ucrania una de las Repúblicas de la Unión Soviética, habrá detalles sobre el terrible accidente que nunca llegarán a conocerse, pero en síntesis, indicar que el mismo se produjo en el trascurso de un experimento para comprobar si la energía de las turbinas podía generar suficiente electricidad para las bombas de refrigeración de los reactores en caso de fallo (corte de suministro eléctrico que garantiza la refrigeración de los reactores). Durante el desarrollo del experimento, un error provocó una enorme subida de potencia que causó el sobrecalentamiento del núcleo del reactor número 4 y provocó una explosión, lo que dio lugar a la formación de una nube radioactiva gigante que afectó, con diferentes intensidades, a todo el continente europeo.
Como dato informativo indicar que las cantidades de dióxido de uranio, carburo de boro, óxido de europio, erbio, aleaciones de circonio, grafito y rayos gamma liberados en la explosión, fue 500 veces superior a la liberada por la bomba atómica arrojada sobra la ciudad de Hiroshima en el año 1945.
Hasta hoy el accidente de Chernobyl ha sido el más grave de la historia nuclear, a pesar de que el de Fukushima, también alcanzó el nivel 7, el más alto, de la escala de INES.
Está confirmado que se cometieron errores que desencadenaron el desastre, pero cabe una pregunta, ¿se actuó correctamente después del accidente? Indicar que las autoridades soviéticas pretendieron ocultar la gravedad del accidente, de sobra es conocido, que ocultar información formaba parte de las estrategias políticas soviéticas. De todas formas, hay que reconocer que tampoco había precedentes para poder prever hasta donde llegarían las consecuencias del siniestro, por lo que tampoco se sabía con exactitud como se debía de actuar, pero ya fuera por unas causas u otras, la realidad fue que, al día siguiente, por efecto del viento, una nube radioactiva cubrió Europa. El nivel radioactivo era tan alto que expertos suecos llegaron a pensar que la URSS podría haber sufrido un ataque nuclear con una bomba 500 veces mas potente que la de Hiroshima. Dos días después del accidente, satélites espías estadounidenses localizaron el punto exacto de la explosión y finalmente, aunque de forma tardía, la presión internacional obligó a los soviéticos a admitir el siniestro, pero son llegaron a admitir la magnitud de gravedad del mismo.
A tiempo pasado es lógico que se acuse a la URSS por su hermetismo y por ocultar información, pero a fuerza de ser sinceros, hay que señalar que todos Estados fueron cómplices de este silencio, ya que todos los gobiernos tienen por norma ocultar a su población los verdaderos riesgos nucleares.
En 2006 un informe de Greenpeace en el que participaron cerca de 60 expertos científicos de todo el mundo, denunció las mentiras del Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre los efectos del mayor accidente nuclear de la historia.
Un importante estudio indica, que en esa época ya se habrían producido 200.000 víctimas mortales por culpa de Chernobyl en las tres repúblicas ex-soviéticas a causa del accidente nuclear. Según este informe, en los últimos 15 años se habrían producido 60.000 muertes en Rusia atribuibles al accidente de Chernobyl y se estima que el total de las pérdidas de vidas para Ucrania y Bielorrusia podría alcanzar otras 140.000.
Además, en un informe del Centro Independiente de Evaluación Medio Ambiental de la Academia Rusa de la Ciencia, basado en datos estadísticos del Centro Nacional de Estadística sobre el Cáncer de Bielorrusia y Ucrania, prevé que se producirán próximamente otros 270.000 cánceres, de los cuales 93.000 mortales, causados por Chernobyl en todo el mundo.
El conjunto de datos incluidos en el informe proporciona una amplia visión de la situación actual de los impactos sobre la salud de Chernóbil y concluye que la radiación liberada por la catástrofe ha tenido, además del impacto del cáncer, otros efectos devastadores en la salud de los supervivientes: daños de los sistemas inmunológico y endocrino, aceleración del envejecimiento, trastornos cardiovasculares y del aparato circulatorio, trastornos psicológicos, aberraciones cromosómicas y aumento de las deformaciones en fetos y en niños.
Aparte del impacto directo de la radiación, la salud de la población bielorrusa, ucraniana y rusa se ha visto seriamente afectada por una serie de daños socio-económicos causados por la pérdida de las áreas agrícolas, los realojamientos forzados de unas 350.000 personas, crisis económica y la falta de una adecuada información a los afectados, además de un retraso político en la protección de las víctimas.
Estos datos desafían las conclusiones del informe presentado por el Chernobyl Forum del OEIA de septiembre de 2005, que preveía sólo 4.000 muertes adicionales atribuibles al accidente. Para Greenpeace es evidente que las cifras del OIEA son «un menosprecio al sufrimiento de cientos de miles de personas».
El OIEA omitió el hecho de que esos 4.000 casos mortales de cáncer se referían sólo a un grupo específico estudiado de unas 600.000 personas (los llamados «liquidadores» y los realojados después del accidente), mientras que la nube radiactiva provocada por Chernobyl afectó a más de 2.000 millones de personas. Este organismo enmascara además la verdadera escala de impacto a la salud humana de Chernobyl en muchos otros aspectos. Por ejemplo, el OIEA omitió todos los impactos no oncológicos del accidente e intentó explicar muchos trastornos como «radiofobia», cuando existen claras evidencias médicas de los impactos psicológicos de la exposición a la radiación (por ejemplo, la glándula tiroides tiene una relación directa con el bienestar psicológico).
No resulta raro que después de la tragedia de Chernobil y la mas reciente de Fukushima, se haya abierto un debate sobre la conveniencia o no de apostar por la energía nuclear.
Existen muchas voces que se levantan reclamando el uso de las diferentes fuentes de las energías renovables, como pueden ser los biocarburantes, la biomasa, la energía eólica, la geotérmica de alta entalpía, la geotermia de baja entalpia, la marina, la minieólica, la minihidráulica, la solar fotovoltaica, la solar térmica, la solar termoeléctrica, etc.
El debate está abierto, pero hoy lo verdaderamente importante, es recordar que hace 30 años se produjo una catástrofe de consecuencias incalculables para la vida humana, para la animal, para la vida vegetal y para el mundo en general.
Puedes visitar el siguiente enlace para ampliar tu información
Chernobyl
Afcionado a la lectura y a la escritura os dejo aquí, con mi cajón de sastre.