Donde nacen las conductas

Hay una vieja frase: “Hechos son amores y no buenas razones”. El amor, de cualquier tipo, pasional o filial, sólo tiene relevancia cuando se transforma en hechos que benefician al otro. A un hijo nuestro amor nos lleva a preocuparnos por su educación, su salud y su seguridad. Algo similar podríamos decir del amor pasional. En ambos casos, no solo se proveen necesidades tangibles sino también psicológicas.

El sentimiento, el proceso mental sobre el cual descansa el amor, ese arrugamiento del corazón y mariposeo del estómago, el tener en la mente los buenos deseos, sólo le sirve a quien lo posee, pues al ser amado, tal sentimiento le llega expresado o sólo le es visible en forma de conductas. No podemos “ver” ese sentimiento si no llega expresados en palabras, en hechos, o incluso en sacrificios.

 

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