Acaso te has preguntado alguna vez ¿Por qué tu perro se pone tan contento cuando te ve llegar a casa? Dicen que el perro es el amigo más fiel del hombre y múltiples son las historias protagonizadas por ambos que lo confirman. Tampoco cabe duda, de cómo reaccionan cuando visionan la cara de su dueño.
Pero ¿Qué es lo que ocurre en el cerebro de los perros cuando ven la cara de un humano?
Para dar respuesta a esta pregunta, los autores Laura V. Cuaya, Raúl Hernández Pérez y Luis Concha del Instituto de Neurobiología de la Universidad Autónoma de México, han publicado un manuscrito en la revista Ciencia Cognitiva, en el que se reflejan los datos obtenidos en un experimento realizado, al objeto de conocer el procesamiento cerebral de los perros al ver caras humanas.
En este experimento, mediante la utilización de imágenes de resonancia funcional, se ha comprobado cómo estos procesan las caras de los humanos de una forma similar a como la procesamos nosotros, si bien se ha podido observar cierta actividad en el núcleo caudado, lo que parece sugerir, como estos animales procesan las caras humanas a modo de recompensas, sean estas conocidas o no para ellos.
Algunos quizás solo vean nuestra cara como una crujiente galleta de chocolate, pero eso no nos impedirá disfrutar del recibimiento y la alegría con la que estos animales, de forma incondicional siempre reciben a sus propietarios.
Quienes somos padres, hemos podido observar algunas reacciones sorprendentes en nuestros hijos. Alguna incluso, me atrevería asegurar que de manera espontánea nos ha hecho soltar grandes carcajadas, como la que genera el lloro, el llanto e inclusive una rápida carrera para alejarse de un inocente payaso.
Esta podría ser la típica situación a la que muchos padres a buen seguro se han tenido que enfrentar en alguna que otra ocasión. La naturalidad, la espontaneidad, la escasa importancia manifestada por el simple hecho de que nuestros hijos lloren ante la presencia de un payaso nos ha hecho solventar con éxito este inesperado contratiempo.
¿Pero cómo se puede tener miedo a un payaso? Todo parece ir contra natura, pues el payaso debiera transmitir alegría, hacer surgir la risa, entretener a los más pequeños y como no a los mayores también.
Mi generación ha crecido con Los Payasos de la Tele, aquella compañía de payasos españoles que con sus aventuras y sus torpezas nos hacían pasar estupendas tardes, pegados a un televisor en blanco y negro allá por los años 70. Por lo tanto en principio no parece lógico el miedo o simple rechazo de mi hija hacia un payaso, que a diferencia de aquellos otros, parecen mucho más guapos, más modernos portando sofisticados maquillajes y vistosos y hermosos trajes de colores. Pues no, todo parece indicar lo contrario, esta adolescente aún hoy, sigue manteniendo aunque sin mostrar unas características fóbicas, que nunca le gustaron los payasos.
¿Entonces, qué hay detrás de ese miedo infantil hacia los payasos?
La Coulrofobia, palabra de nueva creación aún no reconocida en el diccionario ingles de Oxford, es utilizada para referirse a ese miedo irracional o aversión que muchos niños e inclusive adultos muestran a los payasos y mimos. Sin embargo el DSM V (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) ya parece adelantarse respecto al diagnóstico de este tipo de fobias y así menciona como estímulos fóbicos a los personajes disfrazados.
Así pues, ¿estamos ante la inocente representación de alguien cuya función principal es la de entretener o por el contrario existe un lado oscuro asociado a estos “bufones” que desconocemos?
Un rápido recorrido por la historia, podría mostrarnos al bufón como el origen primario de lo que hoy entendemos como payaso (clown) y como sus representaciones ya figuraban en la antigüedad en la corte de Faraón Dadkerien del antiguo Egipto, en China y otras culturas.
Son distintos artículos publicados y basados en estremecedoras historias de payasos o mimos, las que en cierta forma han llevado a relacionar a estos con una profesión un tanto terrorífica.
Entre otras, podemos citar la de Grimaldi, mimo y payaso ingles del siglo XIX. Grimaldi, era una persona totalmente infeliz y con múltiples problemas personales. En el año 1837 a la edad de 58 años, fallece en Londres totalmente arruinado y a consecuencia de sus problemas con el alcohol.
Pero fue Charles Dickens encargado de escribir sus memorias, quien con una historia mucho más trágica y siniestra que la vivida por el propio Grimaldi, ayudó a fomentar ese lado oscuro asociado a la figura de los payasos y mimos.
Casi al mismo tiempo, Jean Gaspard Deburaru otro payaso francés y contemporáneo de Grimaldi, pasó a la historia por tener una biografía aún mucho más siniestra que la de su homólogo. Deburaru mató a un niño justo después de que este le insultara en la calle.
Historias como estas, transmitidas por distintos medios a lo largo de los años, otras protagonizadas por personajes vestidos de payasos en múltiples películas y series de televisión (Poltergeist, Stitches, etc.), además de múltiples factores como: una mala experiencia en el pasado por haber sido asustado por una payaso en la niñez, un miedo hacia un raro y extraño maquillaje, una visión distorsionada pero reconocible de la cara así como del cuerpo deforme y extraño (por el uso de enormes zapatos, guantes , chaquetas y demás accesorios), pudieran estar en el origen de ese miedo irracional, la coulrofobia.
Son entonces estas y otras posibles causas añadidas las que parecen mantener ese odio hacia los payasos en la edad adulta. Así podemos observar como grupos de personas se unen en Facebook para compartir sus miedos a través de la red. Múltiples, son las entradas en el buscador de Google que hacen referencia a este tipo de aversión para sorpresa de muchos y por tanto todo parece indicar que esta fobia hacia los payasos sea mucho más genérica de lo que en principio se pueda pensar y a la que aplicaciones de tratamientos similares a otras fobias existentes, harán posible una exitosa superación.
Mientras tanto, para aquellos otros que por suerte no hemos sufrido ese tipo de miedos en nuestra infancia, siempre nos podrán quedar como gratos recuerdos, las hermosas tardes amenizadas por quienes han escogido el difícil oficio de hacer reír a los demás.
Hay moscas pesadas, a las que por más que intentas darles caza, más se ríen de ti.
Estas tumbado, tomando el sol y cuando nos damos cuenta, ya la tenemos aquí, posada en nuestra nariz…¡zas!, manotazo y se te posa en la oreja…¡zas! manotazo y de nuevo a la nariz.
Se posan, las espantas y se vuelven a posar, las vuelves a echar y erre…te sacan de quicio y ellas a lo suyo…una pesadez…te desesperas y acabas utilizando cualquier medio a tu alcance para terminar con ellas, pero al final te han fastidiado la tardecita en la tumbona.
Lo más gordo es que encima hay moscas famosas…como por ejemplo la de la televisión.
Pero si te dijéramos que hay moscas que después de muertas son las modelos de un fotógrafo, ¿no sería para “mosque-arte”?
Pues no te mosquees, si te gusta la fotografía y si te has pasado el día a la caza de la mosca, pesada y desquiciante y al final has conseguido tu propósito de darle caza, seguro que en las fotografías de Magnus Muhr podrás encontrar la inspiración para matar el tiempo en esos largos y tediosos días estivales (ver galería)
Quizás, para muchos la palabra “Tourette” pueda resultar poco familiar. Si a esta, le asociamos “síndrome” (como conjunto de síntomas que se presentan juntos y son característicos de una enfermedad) entonces de manera inconsciente, será relacionada con algún tipo de enfermedad.
¿Pero de dónde proviene la denominación “síndrome de Tourette”?
Georges Albert Edouard Brutus Gilles de la Tourette ver biografía, fue un famoso neurólogo, nacido en Saint Gervais les Trois Clochers en los alrededores de Poiters el 30 de octubre de 1857. Tourette fue uno de los más reconocidos neurólogos franceses del siglo XIX que en 1884 y a la edad de 27 años comienza sus estudios bajo el magisterio de Jean Marie Charcot (padre de la neurología moderna y uno de los más grandes médicos franceses)
En 1878 otro neurólogo estadounidense George Beard, publicó un artículo bajo el nombre “Síndrome del Francés saltarín de Maine”Jumping Frenchmen of Maine Syndrome en el Journal of Nervous and Mental Disease. En este artículo se describían las características que afectaban a unas personas de origen franco-canadiense de la región de Maine. Estas parecían saltar de manera espontánea, debido a unas respuestas motoras desproporcionadas. Motivado por Charcot, Tourette se dedicó al estudio e investigación de esta publicación y así podríamos decir que este fue el origen de una investigación que posteriormente llevaría su nombre, a petición del propio Charcot.
¿Y qué es el síndrome de Tourette?
Este síndrome cuyas características más importantes son: movimientos estereotipados, repetitivos, involuntarios, así como la emisión de sonidos vocales llamados tics y utilización de palabras vulgares e inapropiadas (coprolalia), es un trastorno neurológico que se inicia a una edad temprana (7/10) y que afecta en mayor frecuencia a hombres que a mujeres. Los síntomas que presenta este trastorno, son los tics clasificándose estos en simples o complejos. Dentro de los simples algunos de estos pueden ser: muecas faciales, sacudir cabeza u hombros. Las vocalizaciones incluidas en estos tics, son sencillas y el número de grupos musculares que intervienen en su producción es menor y limitado. En cuanto a los tics complejos, el número de grupos musculares intervinientes es mayor, sus tics pueden incluir las muecas faciales combinados con torcedura de cabeza y hombros, manoseo de objetos, saltar, agacharse etc. Aquí los tics vocales, pueden contener la emisión de palabras o frases, la ecolalia (repetición de palabras o frases de otros) y la coprolalia (emisión de obscenidades, con una prevalencia del 10% de los pacientes).Es frecuente también la aparición de tics automutilantes, como golpearse la cara. La aparición de estos, es involuntaria y rara vez la persona afectada por este síndrome puede reprimirlos, al tener la sensación de que estos deben expresarse por una necesidad imperante.
En cuanto a las causas, aunque desconocidas,los resultados sugieren que el síndrome de Tourette es un trastorno hereditario. Pruebas más recientes, sugieren que este patrón hereditario es mucho más complejo. En la actualidad, se sabe que existen ciertas anormalidades en distintas áreas cerebrales y las conexiones que tienen lugar para la transmisión de (dopamina, serotonina y norepinefrina), principales neurotransmisores entre las células nerviosas.
El articulo expuesto a continuación con el título “Tics y síndrome de Guilles de la Tourette” publicado en la revista de Neurologia en el año 2009, a cargo de los autores B. Tijero-Merino, J.C. Gomez-Esteban y J.J. Zarranz, aborda el estudio de este trastorno con una incidencia del 1-2% de los niños en edad escolar y el más frecuente en la edad pediátrica.
Igualmente, se exponen los tratamientos farmacológicos utilizados, una vez han sido identificados correctamente los tics, evaluada su gravedad y repercusión en la vida de la persona. El objetivo de estos tratamientos durante la fase aguda no será su eliminación, (al no existir en la actualidad un fármaco efectivo que elimine la aparición de tics), sino intentar conseguir una mejora social, familiar y emocional de los pacientes.
¿Qué ocurre cuando nuestra vida llega al final?
¿Qué ocurre cuando la muerte nos envuelve con su oscuro y tétrico manto?
¿Qué ocurre cuando nos aleja de nuestros seres queridos?
¿Existe la famosa luz al final del túnel?. ¿Se termina todo o por el contrario comenzamos una nueva vida?. ¿Existe la reencarnación?, Si es así ¿cómo será nuestra nueva vida?, ¿Seguiremos siendo humanos o por el contrario lo haremos como hormiga, como gusano, como lombriz, perro, gato, etc?, que mal rollito ¿verdad?. Mejor pensamos que lo haremos como humano, que comenzaremos nuestra nueva vida en un nuevo cuerpo. Pero y ¿cómo lo haremos?, ¿en otro país?, ¿tendremos recuerdos de nuestra vida pasada?, recordaremos a nuestros seres queridos?, si nos cruzamos con ellos podremos ir a abrazarlos?
La reencarnación, no deja de ser un enfoque esperanzador para muchos, que nos ha dejado testimonios tan increíbles como desconcertantes.
Esta es la historia de Cameron Macaulay. Un caso realmente impactante que a bien seguro te interesará conocer.
El 17 de mayo de 1792, hoy hace 224 años, En Nueva York, en lo que hoy es conocido como Wall Street, tuvo lugar una reunión de 24 empresarios en la que se dieron los primeros pasos para la creación de la Bolsa de Nueva York, el mayor mercado de valores del mundo.
Situada actualmente en el número 11 de la calle Wall Street, en el Bajo Manhattan, la primera ubicación de la Bolsa, fue una pequeña habitación alquilada en 1792 por 200 dólares al mes, situada en el 40 de Wall Street. Después, ese local fue destruido en el Gran Incendio de Nueva York en 1835 y la Bolsa se mudó a una sede temporal.
Como curiosidad, ¿sabías que el Toro de Wall Street no pertenece a la ciudad sino a un artista llamado Arturo Di Modica?. En 1989 y tras gastarse 360.000 dólares en él, dejó el toro, con la ayuda de una grúa, frente al edifico de la bolsa como un acto de vandalismo artístico y como regalo para los neoyorquinos. El ayuntamiento en un primer momento retiró la escultura de bronce, pero tuvieron que ceder ante la presión popular. El Charging Bull es una de las grandes postales de la ciudad.
Marta pasa de los 30 años y vive una pesadilla. Tiene que salir de casa acompañada, y cuando lo hace, intenta que sea lo más breve posible. Dice que se esconde porque está llena de miedos e inseguridades. «No sabes siquiera que necesitas ayuda, aunque en el fondo de tu alma gritas», resume. Entablar una conversación con alguien le provoca mucho miedo y ansiedad. Los temblores y sudores no tardan en aparecer. Se queda en blanco y bloqueada. No le salen las palabras, lo que le hace evitar cada vez más situaciones sociales. Sufre fobia social, una patología muy incapacitante y poco conocida.
Esta enfermedad es una especie de timidez exagerada, caracterizada por un miedo y ansiedad marcados y persistentes a enfrentarse a determinados eventos sociales, a la interacción con los demás, o simplemente a ser observados en cualquier situación, interfiriendo en la vida diaria de quien la padece.
En la batalla para averiguar qué causa las enfermedades mentales, los científicos están indagando cada vez más en los factores genéticos. Para el periodista de la BBC James Longman, cuyo padre se quitó la vida luego de sufrir esquizofrenia, es una cuestión muy personal. Este es su testimonio.
A menudo me dicen que me parezco a mi padre, que tengo sus gestos y sus hábitos. Es algo que me enorgullece. Pero también es algo que me preocupa porque él tenía esquizofrenia, y cuando yo tenía 9 años él se quitó la vida.
Después de dos semanas particularmente malas, mi padre prendió fuego a su apartamento en Londres y se arrojó por la ventana.
Algunos de los detalles de su vida y de su muerte solo han quedado claros al revisar su historia. Múltiples intentos de suicidio, paseos en Londres en bata de baño, el hech de que escuchara voces…